Certificación


Tendencia institucional hacia la formación en competencias laborales

En el informe de Jaques Delors, ‘’La educación encierra un tesoro’’ preparado para UNESCO en 1998, acerca de la educación para el siglo XXI, se formuló la necesidad del aprendizaje continuo a lo largo de la vida. Además, este informe considera que son cuatro los pilares para la educación: aprender a conocer, aprende a hacer, aprender a vivir juntos y aprende a ser.

Uno de los problemas de nuestro tiempo es el desempleo, causa de la pobreza y de la marginalidad económica y social, que genera una inminente necesidad de producir ingresos para la subsistencia y el acceso a un sistema educativo que asegure el pleno desarrollo como personas y ciudadanos, con responsabilidades concretas para facilitar la vinculación al mundo del trabajo. Esto se realizará si las instituciones educativas desarrollamos diversas alternativas que combinen la formación de competencias laborales y la integración con el sector productivo, con el objetivo de asegurar la calidad y la pertinencia de dicha formación, facilitar la vinculación activa a la vida productiva y la formación laboral específica.

De acuerdo con la organización para la cooperación y el Desarrollo Económico, se considera que gran parte de la solución de los problemas de empleo en el largo plazo, tiene que ver con el desempeño de tres capacidades básicas:

La capacidad de innovación, la cual implica imaginación y creatividad de las personas, las empresas y la sociedad en un conjunto, para predecir y enfrentar los retos del cambio.
La capacidad de adaptación, las personas, las empresas y la sociedad se adecuan y se ajustan a los cambios en la tecnología y en los mercados.
La capacidad de aprendizaje, implica que las personas, las empresas y la sociedad asuman el aprendizaje como un proceso continuo y sistemático para desarrollar sus capacidades de innovación y adaptación.
Las competencias laborales son el mejor conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes que aplicadas o demostradas en situaciones del mundo productivo, tanto en un empleo como en una unidad para la generación de ingreso por cuenta propia, se traducen en resultados efectivos que contribuye al logro de los objetivos de la organización o negocio.

Desarrollar competencias laborales en los estudiantes contribuye a su empleabilidad, es decir a su capacidad para conseguir un trabajo, mantenerse en él y aprender elementos específicos propios del mismo, así como para propiciar su propio empleo, asociarse con otros y generar empresas o unidades productivas de carácter asociativo cooperativo. La empleabilidad depende de las competencias básicas: lenguaje, matemáticas y ciencias; de las ciudadanas que permiten a la persona desempeñarse en un espacio social, y de aquellas relacionadas con la capacidad de actuar orientado por un pensamiento abstracto de carácter sistémico y tecnológico, emplear recursos de diversa índole y relacionarse con otros en un escenario productivo.

Las competencias laborales pueden ser generales o específicas. Las primeras son las requeridas para desempeñarse en cualquier entorno social o productivo, sin importar el sector económico, el nivel del cargo o el tipo de actividad, pues tienen el carácter de ser transferibles y genéricas. Además, pueden ser desarrolladas desde la educación básica y media, y por su carácter, pueden coadyuvar en el proceso de formación de la educación técnica ocupacional o superior y una vez terminado estos ciclos, a una vida laboral o profesional exitosa.

Las competencias laborales específicas están orientadas a habilitar a la persona para desarrollar funciones productivas propias de una ocupación o funciones comunes a un conjunto de ocupaciones.

Competencias Laborales Generales

Orientarse hacia los resultados, identificar y emplear métodos creativos e innovadores para la solución de problemas, contar con una visión científico – tecnológica para abordar situaciones propias del trabajo, coordinar y gestionar recursos de diversos tipos y relacionarse con otros para obtener resultados asociados a objetivos colectivos, son competencias laborales generales necesarias en la actualidad para desempeñarse en un trabajo o en un espacio productivo propio, ya sea en un entorno urbano o rural.

Adicionalmente, la reducción de los empleos tradicionales ha dado paso a formas temporales y especializadas de contratación y a la necesidad de generar ingresos a través de iniciativas propias. Esta nueva situación exige otras competencias y condiciones personales.

Las competencias laborales generales son:

Intelectuales: Condiciones intelectuales asociadas con la atención, la memoria, la concentración, la solución de problemas, la toma de decisiones y la creatividad.
Personales: Condiciones del individuo que le permiten actuar adecuada y asertivamente en un espacio productivo aportando sus talentos y desarrollando sus potenciales, en el marco de comportamientos social y universalmente aceptados. En este grupo se incluyen la inteligencia emocional y la ética, así como la adaptación al cambio
Formación Constructivista

El conocimiento se va construyendo día a día como resultado de la interacción entre la teoría, la práctica y el ambiente social.
Se potencializa en el estudiante la autonomía, la creatividad, la habilidad de pensamiento, la construcción de su propio conocimiento, su compromiso con la sociedad.
Se desarrollan estructuras cognitivas del estudiante donde el educador es guía y orientador, pero el estudiante es quien construye su propio proceso de conocimiento.
El conocimiento no es una copia de la realidad sino una construcción del ser humano, que se realiza con los esquemas que ya se poseen, con lo que se construye en su relación con el medio que lo rodea.
La construcción del conocimiento permite aprendizajes significativos que surgen cuando el estudiante relaciona los conceptos a aprender y les da un sentido a partir de la estructura conceptual que ya posee, es decir, construye nuevos conocimientos a partir de los conocimientos adquiridos anteriormente.
Se desarrolla aprendizajes significativos teniendo en cuenta la relación existente entre lo que se va a aprender y lo que el estudiante decide aprender.
El estudiante es el responsable último de su propio proceso de aprendizaje. Es él quien construye el conocimiento, es él quien aprende, y si él no lo hace, nadie, ni siquiera el educador puede hacerlo en su lugar
El estudiante no es solo activo cuando manipula, explora, descubre, inventa, si no también cuando lee o escucha las explicaciones del Docente – facilitador.
La actividad mental constructiva del alumno de aplicar contenidos que ya poseen un grado considerable de elaboración es decir, que es el resultado de un cierto proceso de construcción a nivel social. Los estudiantes construyen o reconstruyen objetos de conocimiento que de hecho están construidos; Construyen el sistema de la lengua escrita, pero este sistema ya está elaborado, construyen las operaciones aritméticas elementales, pero estas operaciones ya están definidas; Construyen el concepto de tiempo histórico, pero este concepto forma parte del bagaje cultural existente; Construyen las normas de relación social, pero estas normas son las que regulan normalmente las relaciones entre las personas.
El hecho de que la actividad constructiva del estudiante se aplique a unos contenidos de aprendizajes preexistentes, la función del educador no puede limitarse únicamente a crear condiciones para que el alumno construya, sino orientar para que la construcción de ese conocimiento (físico, lógico-matemático, social) se acerque de forma progresiva a lo que significa y representa como saberes.